Morihei Ueshiba, nacido en una familia de origen campesino y samurái, mostró un temprano interés en las artes marciales, comenzando con el Sumo y luego estudiando Jujutsu y Kenjutsu. Durante su vida, combinó sus estudios religiosos con el aprendizaje de diversas disciplinas marciales. En 1912 fundó una aldea en Hokkaido, donde se dedicó a la práctica del Daito-Ryu bajo la enseñanza de Sokaku Takeda.

Después de la muerte de su padre en 1919, Ueshiba se unió a la secta Omoto-Kyo, dirigida por Onisaburo Deguchi, cuya influencia espiritual impactó profundamente en su visión de las artes marciales. Tras una experiencia mística en 1925, Ueshiba desarrolló los principios del Aikido, un arte que unía la espiritualidad y la técnica marcial. En 1927 se estableció en Tokio, donde enseñó a oficiales del gobierno y de la Corte Imperial.

A inicios de los años 40, Ueshiba renombró su arte como Aikido («El Camino de la Armonía»). Posteriormente, se retiró a la vida rural, donde continuó perfeccionando su arte. Fue galardonado con la Orden del Sol Naciente en 1964, y tras su fallecimiento en 1969, recibió la Orden del Tesoro Sagrado como reconocimiento póstumo por sus contribuciones. Un monumento en su honor se erige en su ciudad natal, Tanabe.